Tecnología al servicio de la democracia y los derechos humanos
De acuerdo con Freedom House, Latinoamérica ha experimentado un retroceso en la libertad en línea, lo que subraya la necesidad de reforzar las libertades tecnológicas para proteger la democracia desde el mundo digital.
CiberPaz fomenta las libertades tecnológicas, proporcionando a las y los colombianos el conocimiento para contribuir al desarrollo de ciudadanías digitales críticas, conscientes y empáticas.
El acceso y la apropiación de la tecnología se han convertido en motores clave para fortalecer las democracias modernas. La tecnología ha transformado la interacción ciudadana, permitiendo que más personas expresen sus opiniones y participen activamente en la toma de decisiones. Además, mejora el acceso a la información, fomenta la transparencia y fortalece la vigilancia ciudadana sobre las instituciones públicas. En este contexto, las libertades tecnológicas juegan un papel esencial para garantizar que estas transformaciones beneficien a toda la sociedad, promoviendo un ecosistema digital inclusivo, equitativo y justo.
Las libertades tecnológicas están profundamente conectadas con los derechos humanos. La libertad de expresión, la privacidad y el acceso a la información son valores fundamentales que encuentran en el entorno digital nuevas formas de expresión y protección. Sin embargo, para que estos derechos se materialicen plenamente, es necesario garantizar un entorno digital que respete y fomente estas libertades. Así surge el concepto de soberanía tecnológica, que se define como la capacidad de los países para controlar y gestionar sus propios recursos tecnológicos, asegurando que las tecnologías sirvan a los intereses de sus ciudadanos y no estén dominadas por actores externos o monopolios internacionales.
Definir las libertades tecnológicas implica hablar de derechos digitales básicos como el acceso universal a Internet, la neutralidad de la red y la libertad de crear, compartir y utilizar tecnologías. Estas libertades no solo potencian la participación democrática, sino que también permiten el surgimiento de movimientos sociales en línea que demandan justicia, igualdad y el respeto de derechos fundamentales. Por ejemplo, las redes sociales han sido cruciales en la organización de protestas pacíficas, campañas de concienciación y la visibilización de comunidades históricamente marginadas.
No obstante, la falta de libertades tecnológicas acarrea riesgos significativos, como la censura, la vigilancia masiva y la exclusión digital. Según datos de UNESCO en 2024, alrededor del 30% de la población mundial todavía no tiene acceso a Internet, lo que limita su capacidad para participar en la vida democrática. Además, países con restricciones severas al uso de Internet han registrado un aumento del 25% en casos de censura en plataformas digitales. Estos desafíos subrayan la importancia de garantizar un acceso inclusivo y libre al entorno digital.
La soberanía tecnológica es una respuesta a estos retos, permitiendo a los países desarrollar sus propios ecosistemas tecnológicos, adaptados a sus necesidades y valores. Por ejemplo, Estonia ha implementado con éxito una infraestructura digital soberana que garantiza la seguridad de los datos y la privacidad de sus ciudadanos, convirtiéndose en un referente mundial en e-democracia (desarrollo de la democracia a través del uso de las TIC). De manera similar, países como Brasil han invertido en sistemas de software libre para reducir su dependencia de proveedores tecnológicos internacionales y garantizar mayor transparencia.
Sin embargo, la implementación de estas libertades y soberanía tecnológica no está exenta de dilemas éticos. La persistente brecha digital, el dominio de grandes corporaciones tecnológicas y la falta de legislación adecuada plantean desafíos significativos. ¿Cómo garantizar que la inclusión digital sea verdaderamente universal? ¿Cómo equilibrar la innovación tecnológica con la protección de derechos fundamentales? Estas preguntas requieren una articulación entre gobiernos, empresas y la sociedad civil.
En conclusión, las libertades tecnológicas no solo fortalecen la democracia digital, sino que también son esenciales para el goce pleno de los derechos humanos en la era digital. Integrarlas en las agendas nacionales es una tarea urgente para construir un futuro más equitativo y respetuoso con la dignidad humana. Desde CiberPaz, reiteramos nuestro compromiso con la promoción de un ecosistema digital que respete y potencie las libertades tecnológicas e invitamos a todos los ciudadanos digitales a trabajar juntos para construir un entorno inclusivo que garantice un acceso justo, libre y seguro para todos.